El principal problema de Messi es la fatiga muscular por esfuerzos recurrentes
Leo Messi posee todas las condiciones necesarias para convertirse en un fenómeno del fútbol universal: talento, regate, velocidad, técnica, creatividad, energía y voluntad. Todas las características de un genio, pero con un problema muy serio: un exceso de tensión muscular en las extremidades inferiores que acelera la fatiga y le impide realizar esfuerzos competitivos muy continuados. Es un problema con el que deberá convivir, pero que con una buena gestión puede reducir sus efectos a niveles intrascendentes. Expliquemos en detalle el problema, sentando algunas premisas que eviten confusiones.Messi posee una gran calidad en las fibras musculares de las piernas. Son fibras del Tipo IIa y IIb, es decir, las denominadas ‘fibras rápidas’ clásicas en cualquier velocista. Para los esfuerzos explosivos de un delantero son las fibras óptimas y en un velocista pueden alcanzar el 70% o 75% del total de la masa muscular mientras que un marathoniano apenas tiene un 5% en sus piernas. Poseen tres grandes características: una elevada velocidad de contracción; una elevada producción de energía; y una alta sensibilidad al cansancio. En otras palabras, piernas con dichas fibras son capaces de moverse muy rápido y con gran potencia, pero con enorme desgaste. Messi tiene todas esas características: explosividad inicial, excelente aceleración, notable velocidad máxima... y escasa resistencia (muscular).
Señalemos aquí un punto fundamental: la composición fibrilar tiene una vertiente natural elevadísima. Se puede entrenar, pero se nace con una determinada composición muscular que varía con el trabajo, pero no radicalmente. Lo digo porque Leo Messi fue tratado hormonalmente hace unos años y puede creerse que a raíz de dicho tratamiento ‘construyó’ esas fibras rápidas de las piernas. No es así. Nació con ellas y las desarrolló con el entrenamiento.
Lo que no quita que el tratamiento hormonal que recibió sea en parte causante del problema que estoy relatando. En 1998 se le diagnosticó un déficit en la producción de la hormona del crecimiento lo que tenía como consecuencia un retraso en su crecimiento natural o incluso una detención prematura del mismo. Está documentado que su familia no pudo costear el tratamiento médico para resolver ese grave problema, que podía concluir en enanismo, y que el Barça lo costeó dos años más tarde. La Agencia Española del Medicamento, organismo oficial dependiente del Ministerio de Sanidad, señala seis posibles causas que aconsejan el tratamiento médico con Hormona de Crecimiento Recombinante (Somatropina o HGH). La primera de dichas causas dice así en el texto legal: “Retraso de crecimiento debido a deficiencia de hormona de crecimiento”. Exactamente el diagnóstico realizado a Messi.
A partir de dicho diagnóstico, Messi se sometió al tratamiento terapéutico bajo control médico. En ese momento, su estatura era inferior al promedio (1,46 m.). En la actualidad ha completado totalmente su crecimiento, alcanzando el 1,69 m. de estatura. (1,70 m. según otras versiones). Digamos que las dosis de HGH que recibió Messi fueron las estipuladas legal y médicamente para dicha terapia: entre 0,025 y 0,035 miligramos/kilo/día. Lo cito para que quien quiera tergiversar este punto y hablar de dopaje ni siquiera lo intente: las dosis de HGH que utilizan quienes se dopan superan entre ocho y diez veces las dosis terapéuticas queue recibió Messi. Y quienes se dopan con HGH no son niños ni adolescentes, sino precisamente adultos.
Quede, pues, rotundamente claro que la calidad muscular de las piernas del jugador argentino no está relacionada con el tratamiento hormonal. Pero dicho tratamiento sí provocó un efecto indeseable en su sistema músculo-esquelético ya queue los efectos de la HGH sobre el metabolismo del hueso y el cartílago son omnipresentes también en la vida adulta. Dicho de otro modo: el tratamiento ayudó a que sus huesos crecieran, pero también provocó un desequilibrio entre sus paquetes musculares y los propios huesos de las piernas. En resumen, los músculos de sus piernas están en permanente tensión.
Eso es positivo cuando se trata de esprintar. Pero es tremendamente negativo para recuperarse de los esfuerzos. Y esa es la realidad que puede incluso visualizarse: Messi aparece explosivo y veloz cuando sólo disputa un partido semanal, aunque en las segundas partes acostumbra a perder lo que llamamos ‘chispa’. No es un problema de resistencia cardiovascular general, ni de ausencia de entrenamiento, sino de fatiga muscular unida a una falta de elasticidad en dichos músculos. Y si juega dos partidos semanales, en el segundo sus piernas parecen mucho más pesadas que en el primero. Tras cada partido, sus músculos cuádriceps e isquiotibiales no sólo sufren un agotamiento profundo, sino especialmente un acortamiento por tensión, lo que exige reposo, cuidados de fisioterapia, estiramientos y una recuperación adecuada y gradual.
Éste es el problema: Messi no puede rendir muscularmente al máximo nivel si debe repetir los esfuerzos de forma recurrente y continua. Si los repite, su rendimiento decae notablemente y es entonces cuando percibimos que ‘no tiene chispa’. Pensemos que, además, Messi juega siempre a máxima velocidad, tanto en ataque como en defensa, donde no escatima el menor esfuerzo. Recordad lo sucedido en las últimas semanas: excelente actuación en el Camp Nou contra el Chelsea (tras diez días de recuperación); tono bajo tres días más tarde en Riazor; salida explosiva en el Camp Nou ante el Zaragoza, tras una semana sin jugar...
Solución: gestionar con inteligencia su capacidad muscular. De forma genérica, Messi puede rendir al máximo nivel unos 30 partidos completos anuales más otras 15 apariciones de una media hora. En total, 45 encuentros, en la mayoría como titular, y en otros saliendo en la segunda parte. Con la máxima recuperación posible tras cada esfuerzo, intentando que sólo dispute uno por semana. Esa es la gasolina muscular de que dispone Messi y hay que administrarla con cabeza y sentido. Puede parecer poca cosa si hablamos de temporadas con 60 partidos, pero 45 serían bastantes más de lo que jugó el año pasado, cuando deslumbró. Así que este problema, que puede ser grave, provocar lesiones serias e importantes caídas en el rendimiento, también puede convertirse en una molestia apenas leve si el cuadro técnico del Barça sabe administrarle con cuidado, seleccionar los esfuerzos (partidos) a disputar y enseñarle que la recuperación muscular será la clave de su futuro.
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Este artículo no es mío lo primero de todo, pero me ha parecido interesantísimo y es que es un tema que creo que puede dar mucho que hablar y un tema abierto al debate. A ver si alguien se molesta leer en este "tocho" de post, os aseguro que merecerá la pena. Saludos.
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